Se ha abierto una investigación a siete personas como presuntos responsables de la intoxicación alimentaria por histamina de 105 consumidores de atún comprado en estado fresco-descongelado a una empresa de Almería. El procedimiento empezó en mayo después de que la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) realizara una alerta sanitaria. Se imputan: un delito contra la salud pública con productos alimenticios, otro de falsedad documental y otro relativo a los consumidores. Andalucía, Murcia, Valencia, Cataluña, Aragón, Castilla y León, Madrid y País Vasco fueron algunas de la comunidades afectadas pero la intoxicación llegó también a otros países como Alemania, Francia, Italia y Portugal.
La Guardia Civil inspeccionó las instalaciones de la empresa investigada y evidenció que eran seis lotes de varios proveedores implicados en la contaminación alimentaria. Existía una falta de control en la trazabilidad del atún comercializado, en las etiquetas encontradas no coincidía el número de lote con el que figuraba en su albarán o factura, por lo que aunque los agentes trataron de determinar el momento exacto de la pérdida de frío del atún, no fue posible debido a la falta de control documental. Sorprende que la empresa tuviera un Plan General de Higiene y Autocontrol, porque no se implantó en ninguno de sus apartados, ni en el sistema de trazabilidad, ni en las muestras de atún y material a analizar, ni tampoco en el registro de temperaturas, conservación y tiempos de espera. Asimismo, verificaron que en las etiquetas constaba información dirigida a los consumidores que no era veraz en cuanto a las zonas de captura y a las artes de pesca empleadas. Por último, descubrieron que la mercantil daba a algunos compradores copia de los resultados analíticos sobre el estado sanitario del atún basados en informes que habían sido manipulados.
El nombre científico de esta afección es escombroidosis, se trata de una intoxicación y no de una alergia porque el problema está en el pescado (de la familia de los escómbridos: atún, caballa o sardina, entre otros) y no en la persona que lo consume. Un pescado en mal estado debería saltar a la vista: su color y olor debería llamar la atención y disuadir al consumidor de tomarlo. El atún deteriorado tiene un color y olor que llama la atención pero en este caso, extrañamente no se percibió en la pescadería por lo que, a juicio de OCU, es muy importante que las autoridades aclaren este punto y comprueben si se ha incurrido en prácticas engañosas que pudieran confundir al consumidor. Visualmente, se debería notar que un alimento está en mal estado ya que, si se han usado estos extractos, a veces el producto incluso cocinado mantiene un color rosado que no es el habitual (debería ser pardo después de cocinado).
En general, los pescados azules, son alimentos susceptibles de tener niveles altos de histamina y cuando se ingiere un producto con una cantidad grande de esta, en el organismo se desencadena una sintomatología similar a la de una reacción alérgica (sofocación, inflamación de la cara o el cuello, picores, dolor de cabeza, malestar, etc) que puede llegar a ser muy peligrosa. La única prevención posible es no consumir el alimento en mal estado ya que cocinándolo no desaparece este elemento.
Pese a resultar ser una intoxicación leve, la venta de atún en las pescaderías ha descendido un 30% desde principios de mayo, según la Asociación de Mayoristas de Pescado. Incluso una alarma sanitaria así, sin consecuencias severas para la salud, es más que suficiente para que la población se inhiba en la compra de ese tipo de pescado por mucho que las autoridades sanitarias insistan en que los lotes afectados están localizados e inmovilizados.
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